Mi abuelo murió hace muchos años.
Yo no era muy mayor y los recuerdos son vagos, y con el tiempo, se han ido evaporando hacia capas más altas del firmamento.
Pero como es normal, en todas las cosas de la vida, siempre, siempre, algo queda. Y recuerdo que el hombre disponía de un buen surtido de frases “míticas” que, de vez en cuando, y en función de la circunstancia y la ocasión, soltaba como el que no quiere la cosa.
Una de ellas que, en su tiempo ni comprendía ni asociaba con nada relacionado con el mundo de los humanos era esta: “No está hecha la miel para la boca del asno”.
Y como todos, he ido creciendo, viendo, escuchando, comiendo y poco a poco, comprendiendo. Y a veces, cuando escucho ciertas cosas relacionadas con el mundo de la gastronomía en boca de sabelotodos de suprema virtud, me entra por el cuerpo un no-se-que difícil de explicar.
Por eso, cuando me comentan de un restaurante “no es barato, no”, o “que sablazo nos han dado”, me pregunto por lo bajini si realmente sabían dónde se metían, que calidades esperaban, como se “calentaban” con el vino o con el cava a temperaturas de delito, y en definitiva, si sabían valorar que, al final, en la vida, todo tiene un precio en función de unas variables absolutamente lógicas.
Si tú pides una dorada a la plancha, y no sabes si es de piscifactoría o salvaje, si no te preocupas por la procedencia de las gambas, si no sabes reconocer un lenguado de verdad de un filete de panga, pues vamos listos. Después, no te quejes.
Y si por esas cosas, tropiezas con un restaurante de verdad, donde el pescado no es fresco, sino lo siguiente, adquirido en las lonjas de la zona, cuidado y escogido con mimo, y lo importante, pagado al precio que tienen las cosas buenas, apuntalo en tu agenda.
Y si las guarniciones de los platos están elaboradas con zanahorias de color naranja lustroso y con sabor a zanahoria de las que mordíamos cuando éramos pequeños y no con esa chorrada de invento bautizado como “baby” y que no es más que un clonado burdo y desnaturalizado que solo mantiene la forma del producto, apuntalo en tu agenda.
Y si el vino o cava que nos bebemos está a la temperatura que toca (como echo en falta a los buenos sommeliers), si está servido en una copa de cristal del bueno, si los manteles son de hilo, y hablando del hilo, si el musical no raya el cerebro, si….Dios mío! Todo esto tiene un precio!!!
Pues apuntalo en tu agenda.
Ahí os dejo unos detalles. Pulpo o mejillones a la plancha, ventresca, almejas, cigalas, anchoas de las ricas, gambas, rodaballo a la brasa espectacular, y unos berberechos para echarse a llorar.
Chipirones con setas y cebolla caramelizada para seguir llorando, arroces que ya no os puedo describir, y así, un rato largo. Casi todo positivo.
En el lado oscuro, la falta de más concreción a la hora de los precios de las cosas, muchos de los platos te los cantan, con lo que después, la cuenta puede irse un poco más arriba de lo esperado, pero si una cosa es cierta es que, cuando acabas de todo y sales por la puerta, recuerdas, el 99 por cien de las veces, lo bien que has comido y no lo que te ha costado.
Y esto creo, es muy principal. Bodega muy correcta (tienen JUVE & CAMPS que al final, es lo que a mí me interesa), y muy buena ubicación en las nuevas instalaciones que no hace demasiado tiempo han estrenado. Suerte, al toro, y, muchas felicidades por el trabajo, la profesionalidad y el empeño. Más que recomendado. Imprescindible.
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