El sol amanece cada día, y muy temprano, y eso no lo he descubierto yo, pero en Can Joan, lo han tenido en cuenta a lo largo de más de 30 años. Y a partir de cuando sale el sol, se pueden hacer muchas cosas. Y algunas de ellas, buenas y deliciosas. Esto lo han tenido muy claro en Can Joan, un restaurante de “montaña” inmerso en el Massis del Garraf, en donde se preparaban desayunos de «cuchillo y tenedor, y cuchara también», de aquellos que, por desgracia, están desapareciendo de las casas de comidas. Se podian degustar Capipota, mongetes amb botifarra, o platos con nombre especifico, como el kit señor Mitjans, en honor a un memorable cliente, platos que en general, nos aseguran el combustible necesario hasta la hora de comer o más allá.
Para aquellos a los que les gustaba aprovechar el día, la Curva Mágica de Can Joan (así se bautizó el punto de la carretera en donde estaba ubicado el establecimiento) era la solución ideal. Pero ojito, que si nos gustaba salir de noche y al día siguiente se nos pegaban las sabanas, que todo es posible, no habia problema…en Can Joan nos esperaban a comer. Carta muy interesante, en la que encontrabamos una amplia variedad de platos y recetas, muchas de ellas de cuchara, y también deliciosos guisos.
También disponían de una amplia variación de sugerencias diarias, en función de las compras de frescos del día, a los que haybíaque prestar mucha atención (nos los cantaban, sin problema)…
En Can Joan tenían un «secreto» …la brasa, el carbón, la parrilla… de la que salían, y en su punto, pulpo, calamar, carne variada, botifarres … y cosas más ligeras…nos referimos a los vegetales y las verduras.
Está clarísimo, era un lugar en donde detener nuestro vehículo : El km. 20,3 de la carretera de Begues, junto a Olesa de Bonesvalls.
En el interior del restaurante descubríamos pequeños comedores donde disfrutar de carne de la buena, como el Secreto de cerdo ibérico del auténtico, platos de temporada, como las increíbles colmenillas (murgules) rellenas, o cazuelitas como la de conejito guisado (delicioso).
El pato de la zona , rebautizado con el nombre de “anec mut ” un platillo muy típico y autóctono o la ternera guisada también eran principales … y antes de cerrar el festín, recordamos obligatoriamente y con nostalgia los caracoles al estilo de la casa, o el rabo de toro estofado… Can Joan no estaba cerquita del mar, más bien todo lo contrario, pero no por eso tenían abandonado el sector de productos marineros.
El pescado y marisco, por descontado, fresquísimo, adquirido en los diversos puntos de pesca y a través de proveedores de confianza de la zona. También estaba muy recomendado, antes de marchar, probar la “coca de vidre” un dulce único acompañado de un buen vio “moscatel” de la tierra, que eso alegraba y mucho, el día.
Cerraban el domingo noche y el lunes todo el día, lloviera, se escucharan truenos o se acabara el mundo.
En el año 2013, Can Joan celebró por todo lo alto su cuarto de siglo, 25 años ininterrumpidos de servicio al cliente, con una fidelización, y de ello dimos fé.
Durante dos generaciones llevaron las riendas de la cosa culinaria , cosa difícil de conseguir y aún más de explicar. En cualquier caso, este rincón maravilloso poco probable de descubrir en otro lugar era altamente recomendable por todas y cada una de las cosas que nos ofrecía: las cosas buenas de la vida que, a veces, por sencillas, no dejan de ser las mejores.
Un restaurante que, nunca obtuvo una estrella, ni un tenedor, ni un sol, ni ninguna de la mayoria de las «fantásticas» etiquetas que los humanos nos hemos acostumbrado a otorgar…pero si quieren que les diga…desde mi modesta opinión, no les hizo falta .
Nos entristecen cierres como este, porque cada restaurante auténtico que desaparece, se lleva consigo una parte de nuestros recuerdos culinarios, de nuestra cultura gatronómica y de nuestra felicidad a la hora de comer.
Sin duda alguna, les echaremos de menos. Una verdadera lástima.
***Nota de la redacción : Mantenemos el articulo online (retocado) porque al final, seguimos siendo unos románticos…
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