Es este un establecimiento situado en uno de los enclaves más pintorescos del Sitges histórico y que toma el nombre de una de las artes de pesca más tradicionales, “La Nansa” . ( La nansa o nasa, es una red en forma de cilindro que se va estrechando, como un embudo , de forma que cuando los crustáceos, marisco o cefalópodos entran , caen al fondo del que les es imposible salir).
Allá por 1963 el jovencísimo chef Antoni Rafecas tomo el timón de La Nansa, y hay que decir que “de casta le venía al galgo” ya que, no en vano, alrededor de 1.860, su bisabuela ya abrió la primera fonda (casa de comidas) en su municipio natal, Piera, una pequeña localidad rural de la provincia de Barcelona, en la que combinaban su trabajo con la vida del campo, cultivando vides, olivos y otros de la huerta, sin olvidar en ningún momento la atención personalizada a los huéspedes. Que tiempos…!!!
A día de hoy, el chef , ya retirado de los fogones en favor de sus hijos, o sea, la siguiente generación, recuerda con satisfacción el insuperable sabor del asado, los canelones o las habas a la catalana , recetas que su madre, Rosita Casals, preparaba cotidianamente sobre los fogones de carbón. Que tiempos…!!! Es por eso que, sin duda, que el mejor reconocimiento que puede hacerse a este legado es comprobar como “La Nansa” mantiene inalterables algunas de las recetas caseras de antaño porque, señores y señoras…hay cosas que no deben perderse por nada del mundo.
Cuando el ‘boom’ turístico atacó nuestro país, (y hay personas del gremio que aún lo recuerdan), la familia de Antoni se adelantaba a los futuros cambios y decidía trasladarse a un pequeño restaurante en la especial y única localidad de Sitges. Con tan sólo 22 años, vamos, como suelen hacer ahora los jóvenes, Antoni Rafecas (con el asesoramiento de un grande de la época, Alejandro Domènech, reconocidísimo chef del restaurante del Hotel Colón de Barcelona, la que fue segunda casa durante algunos años para el gran artista Joan Miró)) elaboraba su primera carta, añadiendo platos de cocina internacional que ya forman parte del recuerdo colectivo. Han pasado ya 50 años, y eso amigos, es muuuucho tiempo, pero hoy en día, el restaurante sigue en el mismo lugar que lo vio nacer, ambientado marineramente y regentado ahora, por los herederos de Antoni, sus hijos.
Y ahí están con los conocimientos y la pasión que transmitieron tanto Antoni Rafecas como su esposa Rosa María Codina a sus hijos, Antón y Francesc, que junto a un equipo de profesionales buscan cada día entre las redes de La Nansa lo mejor del mar para que a la mesa, cada uno de nosotros redescubra aquellos sabores que parecían haber desaparecido del circuito gastronómico habitual.
Platos míticos y tradicionales, como el “arròs a la sitgetana”, recuperado de una receta aparecida en el libro de historia popular “Sitges dels nostres avis” (Sitges de nuestros abuelos), (de ediciones 62), se ha convertido en la seña de identidad del restaurante y en el mejor ejemplo de aquello que se quiere transmitir desde el corazón del restaurante a partir de la selección más escrupulosa de las materias primas. Y hay otros arroces, como el caldoso de bogavante (muy recomendado) o el de verduras y bacalao, distinto, pero no menos sabroso. Pero ahí no queda la cosa…porque aparte de esta receta tan singular, encontraremos escabeches suaves como el de bonito, el bogavante con caracoles de montaña, (antigua receta, también recuperada de la cocina local) la espalda de cordero asada, los pies de cerdo con pisto y tripa de bacalao (Dios mío, tripa de bacalao…!!!), el bacalao a la tortosina, el fricandó de rape, o platos auténticamente originales de barca (de los pescadores) como el magnífico romesco de raya con judías del “ganxet”, o la corvina al “all i pebre”, sin olvidar una anécdota, pero que hay que probar…las exquisitas (y únicas) alcachofas rebozadas, de las cuales Antoni jamás ha contado el “secreto” a algunos comensales deseosos de conocer por qué las que nosotros cocinas en casa, no saben igual. Capítulo aparte merecen los canelones de la abuela Rosita…si os gustan los canelones, hay que pedirlos. El carpaccio de reno de Laponia está para probarlo, así como el de gambas y foie. Y seguramente, me dejo cositas, pero amigos, en vuestras manos está el descubrirlas, vale la pena…! Finalmente a los postres, ponemos a prueba los paladares más exigentes…Tarta de queso con higos, tatin, biscuit de turrón, piña con crema catalana y el brutal pastel de chocolate blanco y negro…y como se dice habitualmente, hasta ahí puedo leer, el resto, y como también digo a menudo, está en vuestras manos.
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