No creo que a estas alturas del invento sea yo quien os tenga que recordar que esas cosas de color dorado, alargadas, para hacer bocatas que venden en las gasolineras, de pan prácticamente solo tienen el nombre. Pero a pesar de todo, y una vez más, hablaré del tema. Es cierto que no cada día podemos ir a comprar el pan a un panadero de los de verdad, puesto nuestro propio sistema de vida y nuestros horarios muchas veces no nos lo permiten. Pero bueno, ya que no podemos hacerlo siempre, si debemos hacerlo de vez en cuando. Un buen redondo de payés, una buena barra de medio, un buen surtido de panes artesanos nutritivos, sanos y resistentes, no nos pueden hacer ningún mal, más bien todo lo contrario. Desde aquí os animo a, en función de vuestra agenda y ubicación, a probar, en cuanto podáis o paséis por la zona, los productos de este establecimiento que aquí os recomiendo. Solo por su filosofía, esa, la buena, la que aún se aplica en pequeñas poblaciones, solo por la materia prima que utilizan, solo por el sistema tradicional de elaboración, ya es recomendable. Pero seguramente, aún le sacareis más cosas positivas, que yo sé que vosotros sois inteligentes. Venden también pasteles, dulces diversos, brazos de gitano y demás «pecados» que de vez en cuando debemos permitirnos obligatoriamente. Ubicado en la población de El Plà del Penedés, prácticamente situada en el corazón de la comarca, tiene un censo de 1.300 habitantes aproximadamente, con un crecimiento en los últimos años de 100 nuevos habitantes por año, con lo cual, nos da que además de que a la gente le gusta vivir en este pueblito por su situación, puede que también tenga mucho que ver lo bueno que es el pan del susodicho. Vamos, que no se trata de que de hoy para mañana os vayáis a vivir a El Plà, de momento me conformo con que uno de estos días, probéis el pan y los dulces de Carbonell. El resto viene solo.
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