Hacía ya unos años que, por una cosa u otra, no visitaba el lugar. Lo recordaba con piano a la entrada, que ya no está. Ahora hay un carro, mucho mas rústico y menos snob que antes, pero bueno, eso no creo que tenga demasiada importancia a la hora de mover el bigote.El eslogan de la casa, bien visible nos dice. «Sumoll, Allò que ens serviràn al plat» (aquello que nos servirán en el plato), y bueno, la frase tendra su verdad puesto que si, en el plato, como es natural, poner, algo ponen, aunque no en cantidad.
El sitio es bonito, con mucha planta y mucho verde que supongo se encuentra en su habitat tropical natural, (básicamente en el comedor-terraza). Lo digo por el calor que pillamos con todo el solete del mediodia entrando por los amplios ventanales que rodean una terraza que se adivina, en otro tiempo no era precisamente un comedor de la sala, pero que desde la dirección, supongo, tuvieron a bien adecuar a la hora de ampliar las instalaciones que se componian al inicio solo de un comedor interior y una sala privada. Por tanto, y es obvio, en momentos de temperaturas como las de este final de verano, y a pesar de abrir ventanales para que el aire circule, pues bueno, sudamos un «pelin».
«Aquello que nos servirán en el plato» tardó bastante en llegar al plato, eso sí. El tiempo transcurrido entre que nos tomaron nota y llegaron los primeros fue ligeramente largo, entre el primero y el segundo excesivamente largo, entre el segundo y el postre excesivamente largo y entre el postre y el cafe excesivamente largo.
«Aquello que nos sirvieron en el plato» estaba bueno, nada que objectar, o quizás si…las cantidades eran «relativamente» justas. Personalmente, puedo hacer la comparativa con otros restaurantes donde , por ejemplo, ofrecen entraña (corte de carne al estilo argentino) y en los que la cantidad DUPLICA por lo menos la «aquella que nos sirvieron en el plato».
El servicio lento, por tanto es el restaurante ideal para ir a relajarse, sin estres ni prisas, porque si no empezamos mal. Poco más que deciros. A favor…El sitio es bonito, tranquilo, bien comunicado y el producto de calidad. En contra…son lentos y las cantidades (al menos en el menú) son justas para una persona de 1,80 metros de altura y 80 kilos de peso. Pero claro, en este tema, todo es cuestión de gustos. En todo caso, lo probais y después me dais la razón o no, que lo mio no es cuestión de crítica, sino de comentario sencillo de uno que está todo el tiempo intentando aprender.
Ah!…yo cambiaria el eslogan. La palabra «aquello» que nos pondrán en el plato la encuentro poco digna para denominar los productos que nos vamos a comer, cosas buenas de la tierra. Yo modestamente, cambiaría por «Coses bones que ens posarán a taula». Y no creo que esto necesite traducción.
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