Que os podemos decir del Paseo de Gracia de Barcelona? Seguramente muchas cosas, y todas buenas. En ese enclave nos encontramos con el restaurante que hoy nos ocupa. Pomarada. Si algo podemos decir de este establecimiento que marque la diferencia es su ubicación nada tradicional. Unos cientos de metros (bastantes, es grande) en el principal de un edificio señorial, nos indican, ya desde sus escalinatas enmoquetadas de entrada, una señal de privilegio.
Sus salones, amplios, bastante luminosos, (uno de ellos da directamente al Paseo de Grácia), de altas techumbres y decoración sin estridencias nos sitúan frente a una carta amplia y variopinta. Cocina casera, con pinceladas asturianas como puede ser la auténtica fabada o el arroz con leche, es decir, platos populares, pero también un toque de creatividad y fusión. Una curiosidad…la cocina NO cierra al mediodía, es decir, que desde las 13 horas y hasta más allá de la medianoche, podemos comer, tapear, cenar, o sencillamente, tomarnos unas sidriñas, que lo de Asturias no es broma. Al mediodía disponen de un menú por poco más de 15€ bastante interesante, bien presentado y en proporciones equilibradas, en el que podemos escoger entre tres primeros, tres segundos y un par o tres de postres.
En la cosa de picar, nos podemos deleitar con unas croquetas de chipirones en su tinta, o también a la “manera” de María, o por qué no, de cabrales, unos bombones de foie con manzana caramelizada, rollitos de salmón ahumado rellenos de queso cremoso y nueces…entre otras delicias. En los entrantes, cosas relativamente ligeras, refrescantes y nutritivas como pueden ser unos tomates Raf (de los de verdad), que ahora hay mucho timo, con bonito y cebolleta, o una ensalada de espinacas frescas con queso de búfala, parmesano y módena. En plan más calentito y contundente, unos huevos estrellados o una fideuá con all i oli (salsa emulsionada típica de la zona parecida a la mayonesa, a partir de ajo y aceite) nos pueden ayudar a recuperar energías. Si nos va el arroz, pues toma arroz catalina, y bien bueno…paella marinera, o rissoto de verduritas y parmesano, setas o pulpitos y gambitas, están a la orden del día. Para los carnívoros, el meloso de ternera asado está más que logrado, igual que el steak tártar o el solomillo con trinxat de la Cerdanya. En el apartado marino, la lubina, el rodaballo o el lenguado están incluidos, igual que los rollitos de salmón fresco rellenos de mágico queso asturiano…el de Afuega’l pitu, un queso a partir exclusivamente de leche de vaca autóctona. Y antes de lo dulce, un apartado especial para los bacalaos…a la muselina de cabrales y calvados, a la crema de anchoas y mermelada de cebolla, a la muselina de gambas y mariscos, con sanfaina y muselina suave de ajo y como no podía ser de otra forma, el espectacular a la sidra y calvados. Y al ataque con lo último…un quesito azul Peñasanta suave con membrillo, la gula de chocolates “guanaja y manjari”, el primero con un 70% de cacao procedente de la isla con el mismo nombre y el segundo un 64% procedente de Madagascar….vamos, para los chocolateros, una verdadera delicia. Hay que probar como no, la tarta tatin de la casa, el pecado de chocolate con helado de violetas, el helado de chocolate a la antigua o el de queso manchego con menta. Para morir en el intento. En definitiva, un lugar casi ideal, con algún pequeño “defectillo” de descoordinación a la hora del menú, referente al “cambio” obligado de plato porqué se agotó el descrito en el menú y la persona que tomo nota no estaba al caso, con la consiguiente sorpresa a la hora de ver que lo que te sirven no se ajusta “exactamente” a lo pedido, pero bueno, no es tan grave, pero si les aconsejaríamos un poco más de feed-back entre los diferentes rangos. Un detalle sin importancia que queda olvidado frente al resto de circunstancias. Por tanto, recomendado en grado sumo.
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