Mucho ha llovido desde el año 1977 del siglo pasado. Es cierto que en algunos lugares más que en otros, por un tema estrictamente climático, y puede ser que en Sitges no haya llovido tanto. En cualquier caso, con o sin lluvia, si hablamos de establecimientos de cualquier gremio que lleven casi 50 años en funcionamiento, hablamos con palabras mayores.
Y si además, el establecimiento de marras es una casa de comidas, pues las palabras aún se engrandecen más. En Sitges, conocida población costera cercana a Barcelona, no todo son paellas, primera línea de playa, turismo y globalización. Va a ser que no.
Como en todo pueblo con historia que se precie, existen establecimientos que forman parte de esta historia. Y la culinaria es una historia que gusta a muchos por el buen sabor de boca (literal) que nos puede dejar. Y ahí es donde nos topamos con casas de comidas, bares, restaurantes de pueblo, archiconocidos por los habitantes del lugar, pero grandes desconocidos para los visitantes, que suelen ceñirse a la frase ya conocida de “sota, caballo y rey”.
Y eso,visto desde un punto de vista puramente egoísta, puede estar bien para los parroquianos de toda la vida, que quieren tranquilidad, pocos barullos y encontrarse con los de siempre para sentirse como en casa. Ya se sabe…no se puede tener todo en la vida…
Pero bueno, si por aquellas cosas de la vida tenéis parientes o amigos en Sitges y surge la posibilidad de visitar este establecimiento, pues dejaros llevar y disfrutad de platos que, desgraciadamente, cada día son más difíciles de encontrar y degustar.
En este bar, al xatò de Sitges (plato autóctono compuesto por ensaladas, encurtidos y salsa especial) le dan, si cabe, otra vuelta de tuerca. Para muchos entendidos en el tema, es uno de los mejores que se pueden degustar en kilómetros a la redonda. Habrá que respetar esos comentarios…
Platos de cuchara y bien cocinados, como los pies de cerdo guisados, callos, bacalao con “samfaina”, caracoles o “galtas” (carrilleras) de cerdo…y especialidades como pueden ser el “Bull de Tonyina” (plato muy típico de la costa catalana, compuesto de tripa de atún seca y patatas), aunque aquí le den un «toque especial» añadiendo un puñado de caracoles.
En días determinados se puede también disfrutar de carnes a la barbacoa, sin olvidar, como es natural, un abanico de tortillas, a cual más sabrosa y original. En definitiva, un bar de los de toda la vida, un lugar de aquellos en los que seguramente, nuestros abuelos se encontrarían en su salsa.
Y cuando decimos “de toda la vida” es literal, en su imagen física, en su trato, en la disposición de la barra y de las mesas, ubicado en un barrio discreto y en una corta calle con poca circulación.
Sin duda el señor Domingo, «Mingo» para los amigos, y «el noi» (el muchacho) para los más intimos, junto a su esposa a los fogones son la muestra de que en gastronomía, lo sencillo es lo esencial, lo de toda la vida es lo auténtico.
En definitiva, un lugar para intrépidos, aventureros y entusiastas de la vieja escuela gastronómica, sin florituras, y en donde lo que importa, el asunto principal, es comer bien para así mantener la felicidad de cuerpo y alma. Ahí queda eso.
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