Dicen aquellos a los que les gusta sumergirse en el proceloso mar de los recuerdos que el primer Restaurante de VERDAD, o sea, la idea de un lugar donde dar de comer a las persones, data de 1765.
Naturalmente fue un francés el inventor de la cosa. “Venid a mi, hombres de estómago cansado, y yo os restauraré”. Ese fue su eslogan. La primera publicidad de la historia. El nacimiento del concepto restaurante a partir de la restauración de estómagos humanos. Casi nada.
Y desde entonces, hasta hoy.
Como yo no estaba, no puedo dar fe de que la circunstancia se desarrollara como se cuenta, pero asumiremos que, como todas las cosas del pasado, forman parte de la historia y, en la medida de nuestras posibilidades, debemos creerlas.
Desde esa fecha y hasta hoy ha llovido mucho y han pasado muchas cosas. Y gastronómicamente también.
Hoy día encontraremos dignos sucesores del tal Dossier Boulanger, que fue el pionero, y como no, también nos toparemos con establecimientos que no le llegan ni a la suela de los zapatos a pesar de que han transcurrido más de 250 años.
Eso sí, por suerte, aún hay vida gastronómica y esperanza culinaria. Y en este web hablamos de ello.
Hoy nos toca comentar uno de esos establecimientos que nos alegran la vida, cada día, a la hora de comer o cenar.
Concretamente de “Desperta Ferro” . Un lugar ubicado en Vilafranca del Penedès, capital de la comarca del mismo nombre, en la provincia de Barcelona.
A los mandos, un hombre con historia gastronómica. Toda su vida se ha movido alrededor de los fogones, los pucheros, las cazuelas y las salsas. Hubo un momento en su vida en que dudó si su verdadera vocación era la cocina. Y hasta hoy.
Su establecimiento, en el centro de la población es pequeño, eso sí, con una terraza muy interesante, y una carta no muy extensa, pero con varias cosas que lo convierten en un lugar para visitar. Entre ellas, la calidad de los productos que nos ofrecen (su propietario, Josep Arán, es muy estricto en este tema), el trato que se le da a los mismos al cocinarlos y la indiscutible habilidad a la hora de tratar el apartado de la brasa. Una leña y un carbón que son una parte importante del secreto de la cosa.
De ahí pueden salir productos deliciosos como conejo, churrasco, pies de cerdo, entrecot, chuletón, filete…o bacalao, salmón, atún, dorada, merluza… todo en su punto de cocción.
Acompañad cualquiera de estos platos con un pan tostado a la leña y descubriréis lo bello que es vivir.
Elaboran también guisos varios como pueden ser los caracoles con salsa (indispensables), el rabo de toro con setas (hay que probarlo), el “fricandó” de ternera con setas (no se puede ignorar), los pies de cerdo guisados con setas (de fábula), y otras cositas de buen comer.
Cualquiera de estos platos se puede llevar a casa previo encargo, pero no de ahora con el asunto de las pandemia, sinó de mucho antes.
Para completar el asunto, no podemos ignorar un producto que es un poquito la “marca” de la casa…nos referimos a los pollos asados a la leña. Probar uno de estos es olvidar para siempre un pollo a l’ast convencional.
La terraza es amplia y en estos tiempos que corren, imprescindible. El trato es muy cercano y amable, circunstancia que hace que te sientas como en casa. Una buena cantidad de vinitos y cavas para poder elegir sin presión nos pueden ayudar a redondear una más que agradable velada.
Muy recomendable por calidad, cantidad y precio. Un imprescindible de la zona.
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