Hoy aprovechamos la relajación y la paz que transmite el pantano de Sau, sus puestas de sol y la tranquilidad de la piscina del Parador Nacional Vic-Sau para meditar donde podemos ir a cenar.
Y no es un detalle sin importancia.
Nos han recomendado un restaurante que de entrada nos venden como excelente, en una pequeña finca bautizada como Fussimanya, en la población de Tavérnoles, que se encuentra a tres minutos mal contados del Parador citado, y naturalmente , con estas ventajas asociadas, no podemos resistirnos a la tentación….
El restaurante, que ostenta el mismo nombre de la finca, es decir Fussimanya, lleva casi 50 años en funcionamiento. La mitad del dueto fundador, Dolors Pascual, a pesar de que ha dejado las riendas duras del negocio a sus hijos, sigue al pie del cañón.
Una mujer con un ritmo, un ímpetu y un optimismo que ya quisiéramos para nosotros.
Con los años, el negocio ha crecido hacia la elaboración de sus propios embutidos, exquisitos, y la creación de algunos puntos de venta de sus productos, así como la construcción de una casa rural donde podremos hacer noche o más de una, con lo que podemos afirmar pues, que la oferta global es mas que completa.
Imaginemos pues un restaurante – masía típica de los años 70 del siglo pasado, con los retoques propios de este medio siglo que ya ha pasado. Esta casi siempre lleno, por tanto, hay que reservar vía telefónica si o si.
En el mismo establecimiento nos pueden vender los embutidos artesanos de elaboración propia y otros productos artesanos, con lo cual, matamos, en el buen sentido de la palabra, dos pájaros de un tiro.
Una de las curiosidades que nos encontramos es que nos presentan, (es una de las opciones) una tabla con embutidos de elaboración propia al corte para que nosotros vayamos sirviéndonos según nuestro apetito.
Nos ofrecen ensaladas, embutidos ya cortados, “empedrat” de bacalao, escalibada, los ya famosos “entrantes” Fussimanya, surtido de quesos de la zona o unas deliciosas patatas y pimientos de piquillo rellenos de brandada de bacalao.
Podemos escoger la paella o la fideuá al estilo Fussimanya, como no podía ser de otra forma, al igual que unos deliciosos canelones de la casa. Setas de la zona a la brasa (girgoles u otras setas de temporada) tampoco pueden faltar.
En cuanto a la brasa, mucha y variada.
Desde los típicos productos vegetales, espárragos con salsa especial, parrillada de verduras o de carnes variadas de la zona…(conejo, churrasco, cordero, botifarra, espalda de cabrito, pollo, codillo, entrecot, filete, carrillera, pies de cerdo con o sin caracoles… sin olvidar, porque sería de pecado, los caracoles guisados al estilo propio.
Estamos en la montaña, pero el apartado marinero del restaurante está a la altura por si algún despistado quieres cositas del mar…calamares, sepia, chipirones, un combinado con lenguado, mejillones y cigalas…
Un plato muy interesante es el lenguado a la plancha o con langostinos, las cigalas gratinadas o el bacalao con sanfaina.
Si nos ha quedado hueco, una crema catalana con chocolate, un tocinito de cielo casero, un tiramisú o unas lionesas caseras con nata y chocolate, o el “pá de pessic” con chocolate caliente y mistela pueden rematar una jornada gloriosa.
Abren todos los días al mediodía menos los jueves, y los viernes y sábados también por la noche.
El espacio es el típico de la Masía Catalana, buen ambiente, típico, buen trato, platos generosos y servicio joven y agradable. Si estáis por la zona de visita, de vacaciones o tenéis tiempo libre para disfrutar de uno de los pulmones verdes del país, no podéis ignorar este establecimiento. Histórico, mítico, tradicional y único. No os defraudará. Indispensable.
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