Tampoco hay que tirarse de los pelos para buscar la clave o el secreto para que un restaurante deje de ser un restaurante y pase a ser un BUEN restaurante. O eso parece. Pero bien pensado, algo debe haber para que nos encontremos cada día, con más de los primeros y menos de los segundos. En el caso que hoy nos ocupa, han conseguido una buena cocina, que de rebote ha atraído a un buen público, con lo que se ha conseguido un buen ambiente. Parece sencillo, pero…no lo es.
Desde hace aproximadamente unos quince años, en un barrio muy visitado y con renombre de la ciudad de Barcelona, se encuentra abierto, ligeramente escondido, este delicioso establecimiento. Una carta amplia y elaborada, con ensaladas, un par o tres de buenos tartar, algunos carpaccios y marinados, alguna receta sencilla pero original, como un mix de verduras compuesto por algunas de ellas crudas, otras cocidas y otras asadas. Un buen pulpo a la brasa, buenos pescados como el atún, el rape, el bacalao…el pollo es de granja, nada que ver con lo que nos encontramos en el día a día, el rabo de toro está ideal, la paletilla de cordero asado tiene su punto… Mención aparte el tema de los postres…todos de fábula. Sorbetes, sopa de chocolate y un magnifico tatín de pera. Hay que probar, sin excusa el Blody Mary…si, leéis bien…de postre, un Blody Mary.
Pero en todo caso, además de lo que nos comeremos, que es muy importante, también lo es el entorno, la decoración, la calidez, el muy, muy, muy buen ambiente. Y ese valor añadido, hoy día, es de agradecer. Apuntado queda.
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