Es la Playa de Calafell, cuando llega el invierno, un mini-pueblo de mar, con aquel recuerdo a pescadores dificil ya de encontrar. Dos pueblos en uno…el veraniego, con trasiego de Aragoneses, sobretodo de Zaragoza, y la infinidad de tiendas de xancletas, pelotas, camisetas y flotadores con forma de animales dificiles de reconocer. Un paseo maritimo abarrotadisimo, mucho ingles, mucho ruso, y la sensacion que, a pesar de estar al ladito del mar, en algunos momentos la claustrofobia esta presente, sobretodo en el citado paseo marítimo. Ah! pero amigos…llega el invierno y sus diez calles centricas (porque no son mas de diez) se convierten en un remanso de paz dificil de explicar si no se vive en directo. Y ahi es donde descubrimos algunos locales que el bullicio del verano nos habia ocultado, los de toda la vida, que siguen ofreciendo buen producto, precios economicos y momentos impagables, y eso si, inmersos en la tranquilidad más absoluta. Y entre estos, está El Bot. En El Bot podremos tomar unas tapas, a precios muy económicos, montaditos, sardinas, buen vino y buenos cavas, y sobretodo, platos y guisos de los que cocinaban nuestras madres y nuestras abuelas. Pollo rustido, merluza a la vasca, fricando de ternera, pulpo a la gallega, bacalao con cebolla, pies de cerdo, sepia estofada,,,y un delicioso rabo de toro o una contundente sopa de pescado. Ahi queda eso. Es muy probable que con el paso del largo invierno visiteis alguna vez ese lugar, la Playa de Calafell. Si por esas cosas de la vida apareceis por alli, recordad este establecimiento. Local pequeño, decoracion sencilla y rústica y poco más. Pero francamente, con el tiempo he aprendido que lo importante esta en el plato. Y aqui, lo saben, y por eso no se andan con tonterias. Y solo es mi modesta opinión.
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