Todo en la vida tiene sus pros y sus contras. Sus ventajas y sus inconvenientes. Y a veces, lo peor que te puede pasar es que, de pronto, y casi sin darte cuenta, te hagas famoso o creas que lo eres. Es bueno innovar, transgredir, tunear, reinventar, sorprender…y más bueno es aún si hablamos de cocina. Pero como no existen, o al menos es lo que yo creo, las verdades absolutas en la cosa del comer, debemos todos, de entrada, tener muy claro que el mundo se divide en dos. A un lado, están los que les gusta una cosa, y al otro lado, y siempre pasa, se situan aquellos para los que lo mismo es absolutamente insoportable. Vamos, que al final, los que construyen gastronomía, deberían ser los más humildes, los más comprensivos, los más tolerantes.

Vamos al grano, nunca mejor dicho…La Zorra pretende darle una vuelta al arroz, incluso al nombrarlo. Ese dicen es su ADN. Arroz, al revés, se escribe zorra. Cada uno bautiza a su negocio con el nombre que le da la gana, faltaría más.

Yo, modestamente, lo hubiera bautizado como La Sorra. Juego de palabras buscando mezclar la arena de la playa, (en catalán) que está a menos de 50 metros del restaurante, i que también al revés significa arrós en este mismo idioma. Pero es obvio que al no ser la propiedad de estos lares, se optó por el español, que dicho sea de paso, también le confiere un punto de transgresión mas que interesante.

Pero si entramos en el tema de las nomenclaturas a la hora de la carta, más concretamente la de vinos, encuentro de una incongruencia absoluta el bautizar un apartado como “champagnes” cuando las referencias son de cava del Penedés, léase Recaredo Terrers y otros. La gracia que le debe hacer a la marca este rebautizo debe ser la monda.

La vuelta a los arroces que le dan en cocina, pues bueno, pues vale. Nada que objetar. La mayoría de comensales acaban sorprendidos. Son buenos, son distintos y son originales para algunos, que ya está bien de tanto arroz caldoso de bogavante, fideuá y otras recetas que ya tomaban nuestros abuelos, y no son tan buenos para otros, más ortodoxos en cuanto a pedir un arroz y esperar un arroz y punto. Pero en La Zorra han hecho buena aquella frase tan repetida a lo largo de la historia: Renovarse o morir. Y en Sitges, aparte de La Zorra, hay más de uno y de cinco que están muriendo, y más de dos y de tres que ya han muerto, emperrados en seguir perpetrando unos arroces y unas paellas dignas de juicio sumarísimo con resultado de prisión sin fianza. Y a unos precios de langosta real cuando solo llevan gamba congelada, y no de primera. Por tanto, en este aspecto rompedor, un diez para La Zorra, independientemente de que al final, los resultados sean más o menos redondos y correctos.

Por tanto, en cuanto a los arroces, deciros que, las veces que he visitado el local, siempre de noche, no he podido obviar los comentarios de las mesas cercanas…y he oído de todo…desde encumbrar el arroz a categoría de «es el mejor que he tomado en mi vida» a dejarlo al nivel de la suela de un zapato..»Este arroz está quemado, y es penoso que aún así me lo hayáis servido». Lo que os decía, para gustos, colores.

Lo que pasa es que, en La Zorra, el resto de la carta, vamos, la carta en si, porque los arroces  te los cantan, pues es cortita, justita, sin mucha sorpresa y poca chicha. Y además de corta, suele, en algunas ocasiones, carecer de alguna de las referencias, sin que yo alcance a comprender como puedes tener una carta cortita, cortita, y encima, prescindir de alguno de los platos…

Sí que es cierto que las recetas de la carta de “tapas” (así consta), es original, con sabores poco habituales y combinaciones más que interesantes. Pero es corta.

Los precios no son desorbitados, pero las cantidades en plato tampoco son de una abundancia tremenda. Equilibrado para aquellos que no son unos zampabollos.

El servicio es esforzado, simpático y atento. Gente joven, con ganas y con interés a pesar de que a alguno se le vea un pelín sobrepasado, supongo que por la cantidad de horas diarias que lleva en el asunto, que esto de la hostelería quema mucho. El lugar no es muy ruidoso, pero si tienes la mala suerte de coincidir con una mesa grande con niños y demás historias, puedes sufrir un poquito, sobre todo si vas en pareja y pretendes una conversación de distancia corta, relajada y tranquila.

La decoración es casual, agradable, pero me sobran algunas de las tonterías escritas en los tablones que figuran a modo de pared en la terraza, buscan la originalidad y la sorpresa pero algunas rayan el mal gusto, suponiendo además, que la mayoria han estado «diseñadas» por el staff de La Zorra. Lo de antes…sobre gustos, más colores.

Abren de jueves a domingo, que de lunes a miércoles hay que descansar, reponer, planificar y cargar energías. Los jueves, viernes y sábados también funcionan las noches. Después de la cena, puedes tomarte un buen trago largo. Recomendable.

Mi punto de vista de observador? El local tiene lo suyo. En una palabra, y muy cierta, es diferente. Ya he comentado anteriormente que para los puristas del arroz, puede parecer el infierno. Para aquellos que quieren descubrir la otra cara del arroz, puede ser un buen hallazgo. Es un local sin pretensiones ocultas,  más allá de la de agitar consciencias a la hora de mover el bigote, romper esquemas anquilosados a la hora de entender la cocina, y pensar que como la constitución española, nada es para siempre y hay que saber cambiar.

Críticas? Ninguna porque yo no soy crítico, pero si es cierto que a mí, personalmente, no me gusta que la transgresión vaya más allá de lo que te puedan ofrecer en la mesa, y dejar que en las redes sociales todo el mundo se exprese con entera libertad, sin recibir, por parte de la dirección del establecimiento, clases magistrales de «buen o mal criterio», lo que les lleva a ser incluso groseros a la hora de emitir respuestas a los comentarios recibidos, mayormente cuando estos son negativos. Pero bueno, ancha es Castilla, y La Zorra interpreta los arroces al revés, y en algunos casos, también la vida. Es una forma de vida. Vamos a darle tiempo al tiempo y lo seguimos hablando. Y dándole vuelta al arroz. Y que conste que, a priori, ya sabemos lo que va a pensar la dirección del restaurante de nuestro artículo. Verisimile est. Nosotros vamos a darle una vuelta a la felicidad, que también tiene su importancia. Sed felices.

Horario

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Cerrado

Tuesday

Cerrado

Wednesday

Cerrado

Thursday

13,30h-17,00h / 19,00h-01,00h

Friday

13,30h-03,00h

Saturday

13,30h-03,00h

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13,30h-20,30h

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