Hoy nos adentramos en el complicado mundo (y me refiero al tema geográfico), de llegar a la Playa de Calafell o Calafell Playa. Un objetivo que nos puede llevar al extravío a la hora de desplazarnos y poner los datos en el GPS. Nos encontramos con un pueblo llamado Calafell, que está ubicado en lo alto de una pequeña loma, con castillo medieval incluido y sin mar. Nos encontramos con otro pueblo, más ciudad dormitorio y segunda residencia que otra cosa, llamado Segur de Calafell. Y nos encontramos con el que nos interesa, Calafell Playa o La Playa de Calafell, que ya me he perdido yo también en el orden de las palabras. Si a esto le añadimos un paseo marítimo mas largo que un día sin pan, de nombre Avenida Sant Joan de Deu, que abarca dos o tres poblaciones marinas colindantes, pues el lio está servido.
Pero bueno, imaginemos que somos buenos en la cosa de la orientación y ya hemos llegado a la Playa de Calafell o Calafell Playa, que el orden de los factores, en este caso, no altera el producto.
Este núcleo urbano es bien curioso. En el centro del mismo, cinco o seis calles transversales al mar, y dos o tres paralelas, constituyen lo que se suele citar en Catalunya como «el rovell de l’ou», vamos, donde están los comercios, el ambiente, los bares, los restaurantes, los bancos, los servicios…
Y ahí mismito, a cien metros del mar, en la calle Mallorca, zasca!…una antigua bodega a la que le han aplicado un restyling y que ha quedado de lo más vistosa.
Entramos y nos encontramos con la cocinera, lo cual ya nos infunde un plus de confianza. Siempre he pensado que todo aquello que está a la vista, nos deparará pocas sorpresas. La barra es larga, y al fondo un puñado pequeño de mesas, no más de seis o siete nos esperan por si lo que vamos a tomar tiene más fundamento que una caña y unas olivas.
Nos encontramos con un divertido bar-vermutería de tapas, vermuts, cervezas, vinos y cavas y un buen montón de tapas frías y platillos calientes, elaborados in situ por la joven cocinera que antes os hemos citado. Además, se puede comer bastante bien, con una serie de recomendaciones de la casa. También elaboran un menú diario, corto en variedad, pero bonito en presentaciones, elaboración y precio final. Buen trato y buen servicio* (*de eso, con matices, hablamos al final, para no desmerecer el conjunto). Ambiente muy agradable. Y lo MUY INTERESANTE e importante de resaltar: muchos de los platillos que nos proponen se elaboran a partir de latas, conservas y encurtidos de CALIDAD.
Problema? Bueno, no es que sea un problema grave…es el típico de todos los lugares donde los fines de semana y horas puntas se reúne todo el mundo a la vez. Pues que en algunos casos podemos tardar un pelín más de la cuenta a la hora de ser atendidos, pero claro está, eso va con la estructura de este pueblito…en temporada estival, hay que engullir un montón de turismo en cinco o seis calles y en un no muy gran número de establecimientos y, si encima estas de moda, lo haces bien y hay ambiente…pues eso, que algunos viernes y sábado noche o en momentos puntuales, la cosa se complica…(*) Y ahí es donde entra el asterisco. El 100×100 del servicio está gestionado por mujeres, y no le busquéis el ángulo machista a la cosa. Pero sea por la luna o por qué una mala noche la tiene cualquiera, no nos podemos permitir el lujo, en los tiempos que corren, de estar 90 minutos recibiendo impactos sonoros mucho mas allá de los 100db…en forma de ruido ensordecedor de platos al apilarlos, voces a grito pelado (me se de memòria el nombre de una de les camareras, de tanto que la llamaron), conversaciones personales en un tono de cantante de òpera, caida de botellas por parte de las camareras, (eso si, por suerte, sin rotura), exhibición y conversación sobre tatuajes entre ellas a grito pelado, caida al suelo de pequeños recipientes de los que sirven para las tapas…incluso una «precipitación de bandeja» vacia que llegó, dando golpes y tumbos deslizandose, hasta mis pies. Por llamarlo de alguna manera, «Caos en la vermuteria» …Si te va la marcha y el barullo no te afecta, adelante. Lo de comer, de lujo. Lo del servicio, de ya no tanto. Pero ya lo decia mi abuelo, no se puede tener todo en la vida. Desde mi punto de vista, se nota en falta la presència del jefe.
Concluyendo, un local céntrico, relativamente nuevo, limpio, buena estructura de barra y mesas, buen producto, (latas,encurtidos y conservas de lujo) cocina vista y pocas sorpresas negativas, exceptuando los decibelios producidos ya no por la clientela, sino por el servicio. Pero como yo soy como soy, os sigo diciendo que es altamente recomendable.
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