Si nos sentamos en una mesa de una terraza a 10 metros del mar, frente a una de las vistas más bellas y relajantes de toda la línea de costa, sin otro sonido que la brisa marina y el repicar de las olas pretendiendo comer buen pescado y nos dicen que no, estaríamos ante un grave problema.
Por eso, y como es lógico, en el restaurante que hoy nos ocupa el pescado es principal. Y los arroces. Y todos aquellos platos relacionados con la cocina del Mediterráneo que, por si sola, ya es garantía.
Sin duda es este un lugar privilegiado, apartado del mundanal ruido y con una serie de particularidades que lo hacen único. Puede que a la cocina le falte un sello personal que marque un poco las diferencias, pero en ningún caso lo que nos ofrecen no está a la altura de los mejores. Al contrario.
Por recomendaros, aunque creo que no hace falta, el bacalao y el atún es supremo y el arroz con bogavante espectacular. El arroz con sepia y gambas, la caldereta de pescado y marisco o diferentes piezas de pescado a la plancha también son altamente recomendables.
Lo mejor, la terraza de verano, en un atardecer de verano, frente a un buen rodaballo a la brasa y una buena botella de cava Cuvee D.S. de Freixenet, eso sí, en buena compañía, que aunque las puestas de sol puedan ser muy bonitas, en compañía se disfrutan mejor.
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