Hoy nos toca escribir sobre un restaurante que ya dispone de una pequeña historia.
Diez años ofreciendo una cocina algo diferente a lo habitual en Sitges (tierra de paellas y fideuas a tutiplen), puede ser un buen motivo para hacerlo.
El restaurante abrió sus puertas allá por el año 2011 y hoy en dia no se encuentra en su ubicación original, si bien sigue estando en el centro de Sitges, San Bonaventura, una calle con ese encanto especial de algunas de las calles de Sitges.
Como os comentaba hace un momento, a veces, la diferencia a la hora de escoger que comemos puede ser un motivo de agradecimiento. Porque cuando nosotros entramos en un restaurante es bonito percibir algo diferente en el ambiente, incluso antes de que nos lleven las primeras viandas a la mesa. Al menos, a mi si que me sucede.
Y el Pou de Sitges es uno de estos ejemplos. Un restaurante de pequeño tamaño, al que cuando accedes, ya todo lo que debes ver, queda a la vista en un primer momento.
El Pou, desde las ideas de su propietario e inventor, Óscar Massó, nos ofrece esa comida diferente, tanto en producto como en presentación.
Nos introduce en ese fabuloso mundo de las tapas y pequeñas raciones. Hoy en dia esto de las tapas no es ninguna novedad, todo el mundo se atreve, pero hace diez años, al que lo proponía, francamente, se le consideraba un poco transgresor.
En ningún momento podremos negar la originalidad en las presentaciones, y una de las mejores combinaciones de productos y texturas, muchos de ellos elaborados a partir de productos de cercanía, o sea, de kilometro cero, esas dos palabras tan sobadas en la actualidad y que si constan en tu eslogan no eres nadie.
Visitar un restaurante no se entiende como la obligación de comer, sino como el placer de probar, y no debe dejar de ser un juego de sensaciones, de sorpresas, de pequeños placeres en cada bocado. Para comer solo como obligación alimentaria, ya nos podemos quedar en casa y hacerlo en nuestra cocina.
Nunca has cerrado los ojos al ponerte en la boca una tierna croqueta?
No has suspirado al comer un steak tartar cortado a cuchillo que acaban de preparar ha solo unos segundos? Darle un bocado a una porción de berenjena con miel de caña, o a unas alcachofas a la crema de queso manchego, sin olvidar un buen puñado de buñuelos de bacalao con all i oli de ajo negro son momentos de felicidad.
Si eres de los difíciles, a los que les cuesta experimentar sensaciones inexplicables al sentarse en un restaurante,El Pou es tu prueba de fuego.
Porque en El Pou no se puede entrar pensando en aburrirse, al El Pou se va a compartir, a probar, a disfrutar …
Surtido de ibéricos, pizarra de quesos, unas patatas bravas absolutamente sorprendentes, unas croquetas de carne asada y jamón de taquicardia, pollo yakitori, sardinas marinadas con soja y especias, micuit de foie con Malvasía de Sitges, puntillas de calamar con mayonesa de kimchi… y así, hasta el infinito.
No se puede obviar el mollete de papada ibérica al estilo Thai, el falso rissoto de ceps con vieira a la plancha y el canelón de pollo de payés con foie i salsa Pedro Ximenez (difícil de superar) y la carne de primerisisisisima calidad, como el corte de Wagyu con chimichurri y crema de calabaza.
Pequeñas porciones, pequeños trocitos, mordisquitos aquí y allá que a cada paso nos harán flipar en colores. Así es El Pou…solo necesitamos un poquito de tiempo, un espacio en nuestra agenda y eso sí, una llamada para reservar.
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